DOMICILIO ILEGAL



Vienes por mi casa
a regarla con tu cálida sonrisa.
Y dejas en ella tanta huella
que en todo sitio estás presente:
no sólo mi sábanas
tienen tanto olor a vos...

Tu voz en el contestador
atiende el teléfono
cuando me llaman a mí,
cuando te llaman a vos...

    
Domicilio ilegal, dijo entre risas mi amiga
al escuchar que alguien preguntaba por vos.
Domicilio ilegal,
-que ésta no es la casa en que vives
ni es éste tu apartado postal-.
Domicilio ilegal...-me quedé pensando.


Pasas aquí tus mejores horas.
-¿Es éste tu domicilio ilegal?-
Si cuando abro la puerta
me miras y dices 
“hogar, dulce hogar”,
como si fuera ésta tu casa,
yo fuera tu esposa y éste el lugar.

Domicilio ilegal...-me quedé pensando.
Pero...decíme una cosa:
¿Es ilegal estar con quien se ama?
¿Hace falta realmente una libreta
o soy yo tu mujer
hoy mucho más que cualquier otra?


Que por algo te llaman a mi casa
-mucho más que a tu  “domicilio legal”-.
Domicilio ilegal...-y fue una broma.
Pero decíme -para saber, por si me preguntan-:
¿falta mucho para que lo hagamos  “legal” ?



© Laura S. Schapira
Todos los derechos reservados
 
 
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ESE HOMBRE



Un tarde llegó un hombre,
me estrechó en sus brazos
y robóme un beso.
Me gustó el abrazo,
me gustó ese beso.


Una noche vino ese hombre
y soltó sus caricias:
recorrieron mi cuerpo.
Una noche sin prisa
compartimos deseos.


Mas no fue solamente esa noche,
no fueron solamente sus besos.
Se quedó ese hombre en mi vida,
se quedó ese hombre en mis sueños.



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MUDATE A MI CASA



Mudáte a mi casa.
Porque muchas veces
buscaste tu llave para abrirla,
como si fuera tu casa.
O venís cantando por el pasillo
y yo abro la puerta
y nos abrazamos muy fuerte,
nos abrazamos con ganas.


Mudáte a mi casa.
Porque me hacés chistes
por el portero eléctrico
y de los vecinos no me importa nada.
Entrás. Abrís la alacena
por la puerta correcta,
preparás un café y alguna vez
hasta me lo llevaste a la cama.


Mudáte a mi casa.
Porque te sentás en el piso
y te ponés a dibujar, como si fuera tu casa.
Porque sé los dulces que te gustan,
hablamos por los codos,
nos seguimos abrazando
y te preparo un té en la madrugada.


Te gustan los adornos y los cuadros,
oírme tocar el piano
y mirar nuestras fotos
en los retratos de plata.
Mudáte a mi casa.
Porque doy vuelta tus tormentas,
se iluminan tus ojos al mirarme
y nunca yo te pido nada.


Soñamos las mismas cosas,
nos reímos mucho
y se iluminan mis ojos
cuando sienten tu mirada.
Cocinarás una omelette
y yo vendré despacito
y suavemente
te abrazaré por la espalda.


Por eso mismo, mudáte a mi casa.
Porque cantamos y reímos
y soñamos juntos,
y nunca me pedís nada.
Porque nos conocemos cada gesto,
cada músculo, cada idea
y adivinamos nuestros gustos,
por eso mismo, mudáte a mi casa.


Porque volamos juntos
hacia mundos ideales,
como  Aladino,
en nuestra alfombra mágica.
Porque nuestra música
es la misma...
mientras comemos chocolate,
mudáte a mi casa.



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TERRON DE SOL


Terrón de sol,
Pedacito de cielo.
Una noche de luna
De brillantes reflejos
Te acunó una cuna
Redonda, sin tiempo.
 
 

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DE NINGUN OTRO QUIERO NADA


Te pienso.
Algo te trae ineluctablemente a mi memoria.
Cada gesto, cada mirada,
tus ojos, tus manos, tu cuerpo.
Te amo desde hace tanto tiempo...
Tu boca, tu pelo,
el perfume de tu piel.
Casta para vos, toda entera me conservo.
Toda piel para vos,
toda entera, toda mi alma.
No me importan otras caras,
no quiero otras manos,
de ningún otro quiero nada.


Para vos, toda virgen,
para vos, toda en llamas.
No me seduce ningún otro,
no deseo otra mirada.
Para vos, como lo sueñas,
para mí, como soñaba.
Tus piernas, tus brazos,
cada músculo en tu espalda.


En esta noche sin tiempo
yo en el aire tu cuerpo respiraba.
Para vos, tu aire y tu respiro,
para vos, soy como el alba.


En el cálido silencio
que mora en nuestras almas
ya no escucho otro sonido,
ya no importan las palabras.
Para vos, toda casta me conservo:
de los otros... ya no quiero nada.



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LUNA DE JULIO



Te esperaba una tarde
y llegaste sin prisa.
Te esperaba de noche,
te esperaba de día.


Con la luna de julio llegaste
(¡cómo esperé yo ese día!).
Te esperaba esa noche.
¡Te hube esperado toda mi vida!



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NO TE VAYAS



No te vayas...Sabés que no es un ruego.
¿Pero quién podría abrazarte cuando dormís
y despertarte a la mañana con un beso?


No te vayas...Jamás fue una exigencia.
¿Pero quién podría escribirte los más bellos poemas,
y decirte -como yo te lo digo- un te quiero?


No te vayas...Si tenés tan pocas ganas,
si te gusta mi casa y si al separarte
te duele hasta el cuerpo.


No te vayas...No es un pedido.
¿Pero a quién le confesarías
tus más hondos secretos?

                                             
No te vayas...No te vayas nunca de mi alma,
de mi cerebro, de mi cuerpo, de mi vida,
de mi casa. No te vayas nunca. No te vayas...



© Laura S. Schapira
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EN MI SANGRE



Se me ha clavado en el alma tu mirada de fuego.
En mi corazón echaron raíces profundas y hondas
tus sonrientes y dulces, ardientes ojos negros.
Que surgieron palabras nuevas de mi boca
cuando me hundí yo en tus ojos y emergí yo a tus besos.


Se me han clavado en el alma tus ojos de fuego
y en mis entrañas amarraron sus barcos
con sus anclas doradas de pasiones sin tiempo.        
Como un estigma, tu alma en mi alma,
como un estigma en mi sangre, tu nombre de fuego.   



© Laura S. Schapira
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LA MUERTE DE LA ROSA


I

Sobre un estanque purpúreo
flotaba la rosa, sin pulso de soles.
Agarrada con fuerza a su estanque
vio el cielo teñirse de negro
y una espada cortarla en jirones.


Esa rosa tan roja,
nacida en pasiones.
Esa rosa brillante de verdes jardines
se quedó sin pulso una tarde
y de pronto se hizo de noche.


Agarrada con fuerza a su estanque
vio perder su frescura,
vio perder sus colores.
Esa rosa muy roja, de pasiones intensa,
su corazón detuvo y se hizo de noche.


No sé yo por qué
esa rosa quebró corazones.
Y ya sin vida,
lánguida mira
como una espada la corta en jirones.


  II


Nada puede dolerme más que esa rosa
que otrora me adornó en su perfume
y mi casa hizo hermosa
se haya detenido (vaya a saber por qué castigo)
y haya muerto en sus hojas.


Nada puede dolerme más que esa rosa.


La tenía conmigo y todavía la tengo:
su tumba en mi templo
ella me ha construido...
¡Cómo pudo, Dios mío, transformar
en una tumba mi nido!


Nada puede dolerme más que esa rosa.


Esa rosa que se ha detenido
y ha cubierto mis ríos
de un manto muy negro.


Se murió despacito
mas truena en mis valles mi rosa
su réquiem silencioso de fuego.



© Laura S. Schapira
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NEGRO



Me inundaste la sangre en sangre negra.
Ahogaste mis montañas
de negras lavas ya resecas.
De negras horas cubriste mis relojes
y volviste a darles cuerda.


Negras se han vuelto las estrellas,
negra la cuna para acunarme con tristeza.
Cubriste de negro mis caminos
y en el espesor de la noche
sembraste negras malezas.


Negro de tumbas, negro de muerte.
Siempre de negro se visten mis fiestas.
Negro sin lunas, negro de muerte,
de muy fuerte negro
envenenada tu flecha.


Me sumergiste en sangre muy negra
y todo de negro
me secaste de ella.
Me helaste entonces la sangre de muerte
y todo de negro bailaste Tú en ella.   


Negro de tumbas, negro de muerte,
negra la noche: mataste la estrella!
Negra muy negra esa noche de octubre
que ya no será:
¡me privaste de ella!


Negro y más negro el color de tu paleta
como si fuera el único color que existe
y yo tu única tela.
De negro teñiste mi rosa,
de negro pintaste mi senda.


Negro de tumbas, negro de muerte,
siempre de negro las heridas no cierran.
Negro muy negro, negro de muerte,
negro viniste
y de negro me pueblas.



© Laura S. Schapira
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