Desde las pérfidas simas del no sueño,
bañada en la negrura de la tierra,
en el esquelético sin-fondo de la espera,
he muerto a diario en aquel tiempo.
Así he vivido: entre los muertos,
pisando el mundo de la nada.
Así he vivido: entre sus ramas,
construyéndome mi vuelo.
Renací de los naufragios más horrendos,
entre ciclones que no amainan sus silbidos.
En las callosas monstruosidades del olvido,
visceralmente ansié salirme del momento.
De lo triste, con todos los espectros,
así tantos años he vivido,
cantando, sin embargo, a mi destino
en los oasis del infierno.
Sin creerlo, sin creerme, aplastando los deseos
entre pálidas mortajas.
Entre crueles silencios, vacíos de palabras,
donde duele cada paso y también estarse quieto.
Y aún lavo de miserias mis espejos,
oxidados entre siglos de cadenas.
Y me cubro las heridas de esa guerra
desafiando, vengativa los recuerdos.
bañada en la negrura de la tierra,
en el esquelético sin-fondo de la espera,
he muerto a diario en aquel tiempo.
Así he vivido: entre los muertos,
pisando el mundo de la nada.
Así he vivido: entre sus ramas,
construyéndome mi vuelo.
Renací de los naufragios más horrendos,
entre ciclones que no amainan sus silbidos.
En las callosas monstruosidades del olvido,
visceralmente ansié salirme del momento.
De lo triste, con todos los espectros,
así tantos años he vivido,
cantando, sin embargo, a mi destino
en los oasis del infierno.
Sin creerlo, sin creerme, aplastando los deseos
entre pálidas mortajas.
Entre crueles silencios, vacíos de palabras,
donde duele cada paso y también estarse quieto.
Y aún lavo de miserias mis espejos,
oxidados entre siglos de cadenas.
Y me cubro las heridas de esa guerra
desafiando, vengativa los recuerdos.
© Laura S. Schapira
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