Fugaz intermitencia entre horas planas,
fue luz profunda a la vera del camino,
donde la infúlgida morada lo atraía,
desde el fondo tan claro de su espejo.
(Hacedor de sonrisas).
Penetrando las tinieblas más ingratas,
como un Orfeo, valiente y decidido,
a rescatar a su reina de una vida
que más que vida, su vida era un infierno.
Consonancia ingrávida y perfecta
forjada de amores por los siglos
de quererse a través de tantas vidas
que más que vida, un cielo construyeron.
(Donde retumbaba el silencio de su alma,
Eurídice le puso corazones en los dedos).
Orfeo descendió a esos infiernos
de tristezas, de locura, de agonía.
Por sobre todo, Eurídice brillaba
en sintonía exacta con sus sueños..
(Hacedor de sonrisas.
Recuperador de cielos).
Eres luz y ángel en mi vida,
Te amo desde el principio de los tiempos.
Bendigo al Dios que nos creó a semejanza,
aliviador de torturas y silencios.
Plegamos tantos años al encuentro...
Pleguemos las distancias.
Pleguemos los infiernos.
El único mundo feliz existe
en la magia incorpórea
que atraviesa como un rayo nuestro suelo.
© Laura S. Schapira
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