
Rojo sangre la vestía,
rojo sangre, de otro mundo tan diverso.Rojo asesino,
de fuerzas tan violentas
como aquéllas que combaten
incesantes en su pecho.
Rojo sangre se vestía,
rojo sangre, de pasiones tan intenso.
Rojo vivo
de luchas y de esperas,
de deseos que se expanden
hasta tocar las puertas del Infierno.
Rojo sangre se sentían,
rojo sangre se pensaban, tan eternos.
Rojo en equilibrio
de dos almas que se besan
más allá de todo instante,
en el más cálido silencio.
Rojo sangre la veía,
rojo sangre y toda ella era un espejo.
Rojo conseguido
en vívidas tormentas,
rojo sangre se comparten,
rojo sangre todo en ellos.
Rojo sangre lo quería,
rojo, rojo y algo de él era un misterio.
Rojo sus caminos
subterráneos, bajo tierra,
rojo hirviéndoles la sangre
y rojo, rojo todo en ellos.
Que en rojo lo soñaba,
en rojo lo quería.
De rojo él se vestía,
y de rojo la adornaba.
De rojo él la abrazaba
y en rojo ella intuía
por qué de rojo se vestía
y por qué en rojo él la miraba.
De rojo lo miraba,
de rojo él la veía.
Siempre en rojo sus miradas confluían
en el sitio exacto de sus almas.
Vistió de rojo su morada
con todo el rojo que tenía.
Y con todos los colores que sabía,
él de rojo la pintaba.
Y en rojo ella esperaba
sabiendo que algún día
de rojo él vendría
y en sus brazos se quedara.
© Laura S. Schapira
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