Cual pájaro de fuego
vole hasta tu alma.
Allí el sol no era de hielo:
me lo dijo tu mirada.
Me acerqué: estaba fresco
allí en tu estancia.
Mas el sol no era de hielo:
lo supe en tu morada.
Tu abrazo ardiente
me esperaba.
Tu voz incandescente
me llamaba.
Cual pájaro de fuego
también era tu alma.
© Laura S. Schapira
Todos los derechos reservados
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