No era el momento.
No tenías que ser.
No te acunaré por las noches,
no reiremos juntos,
no te veré crecer.
Nadie sabrá tu nombre
ni tampoco quien eras.
Ni cuánto te he querido
ni cuánto por ti yo esperé.
En mí llevo tu tumba
(relicario de cosas sagradas).
Todavía llevo tu piel.
Dios sabe
cuánto rogué yo
por que estuvieras bien.
Dios sabe
que mis ruegos no alcanzaron,
mis plegarias no se oyeron,
mis súplicas no pudieron
apartarte del no ser.
Nadie se acordará de ti
salvo tu madre (quizás tu padre):
una llaga muy profunda,
muy antigua,
reabriste tú en su ser.
Vagarás en su santuario
de las cosas olvidadas para el mundo
y te acunará en su memoria
como sabe ella hacer.
Mi vientre entero
es hoy una tumba,
¡Dios mío! y te llevo encerrado
aún en mi piel.
© Laura S. Schapira
Todos los derechos reservados
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