Aquí me pongo a decir
y a vos, Juan, te digo
la terrible, gran milonga
que brotó de mi sufrir.
Que para qué decir
mis versos a la chusma
que en la belleza no se busca
ni ve nada de mí.
Qué mejor que ésta la hora
para cantar de mi pasión
que un momento de dolor
que nada en mí conforta.
Que con dolores y derrotas
yo deshice mis lamentos
y con lágrimas sin consuelo
he construido yo mi obra.
Y ahora que mi risa es veces mil
más fuerte que mis llantos
te diré que siento y canto:
nada me aleja ya de mí.
Que ha brotado de mí
como un sucio escupitajo
el peor, el gran andrajo
con que siempre me vestí.
Mas ante él yo no desmayo
y lo miro bien de frente
que aprendiendo a ser prudente
yo me he ido apartando.
Que yo escupo los cipayos
de los duelos y dolores
y donde pongo los colores
yo me río de mis llantos.
Y aunque todavía yo de mí
aleje pateando sombras
en esta selecta hora
me advengo de luz en mí.
Te cuento, Juan, de mi sufrir
hice yo una gran pelota
para patearla con bronca
y hoy la pateo hasta el fin!
© Laura S. Schapira
Todos los derechos reservados
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