Fue una tarde y me robaste un beso.
Así.
Simplemente te acercaste,
me tomaste entre tus brazos
y sin dejar un sólo segundo librado al azar (o a mis tiempos)
de repente me diste ese beso.
Lo que pasó después apenas recuerdo.
Sé que entre palabra y palabra
en algún momento
mi cuerpo te dijo: “yo también quiero”.
Y no fue tan sólo mi cuerpo.
De repente fuiste tan familiar en mis recuerdos...
De verdad me gustó
que me besaras “de prepo”.
Que fueras hombre
(que me gustan bien hombres),
que fueras la fusta
y también caramelo.
Me gustó de verdad que no me dieras ni tiempo.
Como verás, apenas recuerdo.
Pero sé que fue hace mucho,
mucho tiempo...
Y podés agregar también
a nuestro libro de recuerdos:
que mi piel busca la tuya
como se desea la lluvia en los desiertos.
Que aunque seamos distintos
algo en nosotros ancló en igual puerto.
Se podrá decir entonces:
siempre ha sido tan simple lo nuestro!
Que tus brazos me buscaran
y yo dejara robarme ese beso.
Que mi piel te abrazara
y encendieras con ella el lecho.
Que te tocara mi sonrisa
y yo besara tu beso.
Y no sé cómo fue,
como verás, apenas recuerdo.
Pero un día nuestra carne
se nos hizo corazón en los dedos.
© Laura S. Schapira
Todos los derechos reservados
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