EL DIA DEL ENCUENTRO

Levantarán la vista y estarán:
será ese el día inevitable.
La mirada los dos levantarán:
y sabrán que tenían que encontrarse.

Conocerán todo aquéllo tan oculto
y leerán en sus almas al instante,
reconociendo en el otro algo de uno,
tan arcano, tan antiguo, tan amante.

Bastará una sonrisa, una mirada
y sentirán conocerse ya de antes.
Sobrevendrá el encanto de la magia
al estar juntos, y no querrán ya separarse.

Será tan distinto lo que digan
a lo que dijeran en situaciones similares,
que sólo importará lo que no digan
y todo aquéllo que se dicen al mirarse.

Se sabrán tan en esencia
sin importar ni nombres ni lugares
que entonces, como rayo que recuerda
alguno de los dos habrá de levantarse.

Y de pronto estarán juntos
de la mano y será inexorable
saber desde el encanto de otro mundo
que nunca ha sido el beso antes de besarse.

Se atraparán entre caricias y entre besos,
en todo lo que digan y en todo lo que callen.
Y en la vorágine del estarse tan perfectos
sabrán por sus almas navegarse.

Que por haber juntos nacido
se conocen en lo más hondo de sus claves.
Que lo que poseen ambos de Divino
los conduce como un hilo inseparable.

Y no habrá nada que Dios no haya previsto
y todo será entre los dos tan perdurable
que la paz no existiría en sus destinos
sino hasta el momento de encontrarse.

Levantarán la vista y se verán
y no dejarán nunca de mirarse.
Y cada cosa de sí mismo (cual imán)
encontrará al fin su reflejo en el amante.

 
 
© Laura S. Schapira
Todos los derechos reservados
 
 
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